Formación más destacada:
Miguel Ríos - voz Mariano Díaz - teclados Thijs Van Leer - teclados y flauta Paco Palacios - guitarra y voces Antonio García de Diego - guitarra y voces John Parsons - guitarra Tato Gómez - bajo y coros Sergio Castillo - batería Mario Argandoña - batería y percusión |
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Sería imposible plasmar la biografía completa de Miguel Ríos (Granada 1944) como artista en este espacio. Con más de 40 discos de larga duración y un sin fin de EPs y singles editados estamos hablando de uno de los músicos de nuestro país con más dilatada carrera profesional.
El hecho de incluirlo en nuestra página web es por su inclinación al rock progresivo entre 1974 y 76 y por su aproximación al rock andaluz en 1977. Y es que, a pesar de no ser Miguel Ríos un músico de rock andaluz, es de ley reconocer que es el artista andaluz más popular en el mundo del rock en castellano y merece nuestro humilde reconocimiento como uno de los pocos supervivientes de los 60’s.
Sus primeras influencias fueron Ray Charles, Elvis o Bobby Darin, clásicos americanos de la época. Se traslada con 17 años a Madrid y consigue grabar su primer EP en enero de 1962 dándose a conocer como Mike Ríos. Eran versiones, a lo español, de éxitos americanos como el mexicano Enrique Guzmán.
Aprende de los Relámpagos o los Sonor, pero su proceso fue muy lento en una España prácticamente cerrada al exterior y con nulo interés en los nuevos sonidos. Eran tiempos de guateques, hasta que Juan Pardo y Fernando Arbex, del grupo Los Brincos, les producen "El Río" y "Contra el cristal", baladas orquestadas por Rafael Trabuchelli para la marca Hispavox que fueron sus primeros éxitos en el 69. Aún así, la década termina con un giro inesperado de la mano de Waldo de los Ríos, arreglista argentino que produce "Himno a la alegría", basado en música de Beethoven, que sube a lo alto de las listas europeas y americanas, proporcionándole una popularidad internacional.
En los primeros 70’s, con una actitud más rebelde y post-hippie, se lanza a los "Conciertos de rock y amor" junto a Johny Galvao, con clásicos del rock y el soul con los que Miguel vuelve a lo que más le gusta, junto a los británicos The End. Termina en Hispavox con "Memorias de un ser humano" (Hispavox-74), en el que va apareciendo un artista más maduro, con temas todos en castellano como "La marana".
El rock progresivo e ideas más complejas aparecen en "La huerta atómica" (Polydor-76), donde Miguel pone su atención en temas como las utopías, la guerra nuclear o la concienciación personal ante los peligros que acechan al planeta. Estos discos empiezan a marcar una etapa con mejores producciones, mejores estudios y un Miguel que aprende como funciona la organización de los Festivales por dentro y fuera. Y así sucede en "La Noche Roja", la gira de 1977 donde participan Triana, Tequila o Iceberg entre otros, en un alarde de Miguel por impulsar al rock español. Lo complementa con el disco más andaluz de su carrera, "Al-Andalus" (Polydor-77), una fantasía arábigo-andaluza que le identifica con su tierra y le pone en contacto con los mejores músicos de rock andaluz del momento. La grabación contiene además una preciosa adaptación de "Recuerdos de la Alhambra" del maestro Tarrega, mientras que dentro de este disco se encuentra el núcleo de los futuros Guadalquivir.
Desde entonces se suceden las giras en directo como su plataforma fundamental de difusión, con unos espectáculos que calaron hondo en la sociedad del momento.
Del 79 al 81 realiza junto a Carlos Narea tres discos entre España y Alemania, de donde se extraen temas brillantes como "Rockero de noche" junto a Javier Vargas, "Buscando la luz", una pequeña joya o "Santa Lucía" de Roque Narvaja, una balada que se escucha fuerte en la radio y que parece rumiar algo importante. Y es en el año 1982, en la gira "Rock & Ríos" donde en un compendio fantástico de su carrera hace vibrar al Pabellón de Deportes de Madrid en una noche espectacular, sobrado de fuerzas, voz prodigiosa a sus 38 años en lo que se podría calificar probablemente como el mejor disco de rock español. Los primeros acordes de "Bienvenidos" son ya parte del folklore rockero nacional, "Generación limite" es una de las mejores letras rock en castellano y "El Blues del autobús" un canto a la vida del músico. Todo ello, bañado por una orquesta de rock internacional donde destacan el flautista y teclista holandés Thijs Van Leer (del grupo Focus), Tato Gómez (ex-Santiago) en el bajo, John Parsons, Paco Palacios y Antonio García de Diego (ex-Canarios) a las guitarras, los bateristas Mario Argandoña y Sergio Castillo y el genial teclista Mariano Díaz.
Este concierto supone la fama de Miguel en todo el país, y aún le esperaba Latinoamérica. El acierto de Miguel estaba en su fuerza comunicativa con un público joven o mayor, pero que el respetaba por igual, y al esfuerzo en mejorar constantemente sus espectáculos.
En "Rock de una noche de verano" aparece una joven Luz Casal, para terminar la década presentando en TVE "Que noche la de aquel año", y "Fiebre de Sur" para Canal Sur TV, desgranando la historia del rock español y el rock andaluz con numerosos invitados.
Ya en los 9O’s y en un corte mas formal se une a Serrat y Víctor y Ana en el "El gusto es nuestro" y realiza versiones de clásicos y modernos en clave jazz en "Big Band Ríos" (Rock&Ríos-97), con los que acaba ese milenio que el tanto temió. Para comenzar el nuevo reúne a rockeros latinos y españoles en "Miguel Ríos y las estrellas del rock latino" (Rock&Ríos-2001), donde se encuentran Charly García o los Aterciopelados entre otros. Y entre sus últimas propuestas, vale quedarse con "Miguel Ríos 60mp3” (Rock&Ríos-2004), con la colaboración del poeta granadino Luis García Montero.
Al mirar atrás, este artista enorme de nuestra tierra puede estar orgulloso por ese flujo de inspiración, noches memorables, por fajarse de una crítica española siempre punzante, pero sobre todo por el trabajo de fondo y de infraestructura que lo define como un eje fundamental y como un ejemplo de duración artística, unidos a una fuerza que estremeció a los aficionados durante más de cinco décadas.
En 2011 se despide definitivamente de la escena con una última gira y disco-libro titulado “Bye bye Ríos” (Promúsica-2010) con las colaboraciones de Manolo García, Amaral, Pereza, Rosendo y un largo etcétera. España ha dicho adiós a todo un mito. Gracias señor Ríos.
El hecho de incluirlo en nuestra página web es por su inclinación al rock progresivo entre 1974 y 76 y por su aproximación al rock andaluz en 1977. Y es que, a pesar de no ser Miguel Ríos un músico de rock andaluz, es de ley reconocer que es el artista andaluz más popular en el mundo del rock en castellano y merece nuestro humilde reconocimiento como uno de los pocos supervivientes de los 60’s.
Sus primeras influencias fueron Ray Charles, Elvis o Bobby Darin, clásicos americanos de la época. Se traslada con 17 años a Madrid y consigue grabar su primer EP en enero de 1962 dándose a conocer como Mike Ríos. Eran versiones, a lo español, de éxitos americanos como el mexicano Enrique Guzmán.
Aprende de los Relámpagos o los Sonor, pero su proceso fue muy lento en una España prácticamente cerrada al exterior y con nulo interés en los nuevos sonidos. Eran tiempos de guateques, hasta que Juan Pardo y Fernando Arbex, del grupo Los Brincos, les producen "El Río" y "Contra el cristal", baladas orquestadas por Rafael Trabuchelli para la marca Hispavox que fueron sus primeros éxitos en el 69. Aún así, la década termina con un giro inesperado de la mano de Waldo de los Ríos, arreglista argentino que produce "Himno a la alegría", basado en música de Beethoven, que sube a lo alto de las listas europeas y americanas, proporcionándole una popularidad internacional.
En los primeros 70’s, con una actitud más rebelde y post-hippie, se lanza a los "Conciertos de rock y amor" junto a Johny Galvao, con clásicos del rock y el soul con los que Miguel vuelve a lo que más le gusta, junto a los británicos The End. Termina en Hispavox con "Memorias de un ser humano" (Hispavox-74), en el que va apareciendo un artista más maduro, con temas todos en castellano como "La marana".
El rock progresivo e ideas más complejas aparecen en "La huerta atómica" (Polydor-76), donde Miguel pone su atención en temas como las utopías, la guerra nuclear o la concienciación personal ante los peligros que acechan al planeta. Estos discos empiezan a marcar una etapa con mejores producciones, mejores estudios y un Miguel que aprende como funciona la organización de los Festivales por dentro y fuera. Y así sucede en "La Noche Roja", la gira de 1977 donde participan Triana, Tequila o Iceberg entre otros, en un alarde de Miguel por impulsar al rock español. Lo complementa con el disco más andaluz de su carrera, "Al-Andalus" (Polydor-77), una fantasía arábigo-andaluza que le identifica con su tierra y le pone en contacto con los mejores músicos de rock andaluz del momento. La grabación contiene además una preciosa adaptación de "Recuerdos de la Alhambra" del maestro Tarrega, mientras que dentro de este disco se encuentra el núcleo de los futuros Guadalquivir.
Desde entonces se suceden las giras en directo como su plataforma fundamental de difusión, con unos espectáculos que calaron hondo en la sociedad del momento.
Del 79 al 81 realiza junto a Carlos Narea tres discos entre España y Alemania, de donde se extraen temas brillantes como "Rockero de noche" junto a Javier Vargas, "Buscando la luz", una pequeña joya o "Santa Lucía" de Roque Narvaja, una balada que se escucha fuerte en la radio y que parece rumiar algo importante. Y es en el año 1982, en la gira "Rock & Ríos" donde en un compendio fantástico de su carrera hace vibrar al Pabellón de Deportes de Madrid en una noche espectacular, sobrado de fuerzas, voz prodigiosa a sus 38 años en lo que se podría calificar probablemente como el mejor disco de rock español. Los primeros acordes de "Bienvenidos" son ya parte del folklore rockero nacional, "Generación limite" es una de las mejores letras rock en castellano y "El Blues del autobús" un canto a la vida del músico. Todo ello, bañado por una orquesta de rock internacional donde destacan el flautista y teclista holandés Thijs Van Leer (del grupo Focus), Tato Gómez (ex-Santiago) en el bajo, John Parsons, Paco Palacios y Antonio García de Diego (ex-Canarios) a las guitarras, los bateristas Mario Argandoña y Sergio Castillo y el genial teclista Mariano Díaz.
Este concierto supone la fama de Miguel en todo el país, y aún le esperaba Latinoamérica. El acierto de Miguel estaba en su fuerza comunicativa con un público joven o mayor, pero que el respetaba por igual, y al esfuerzo en mejorar constantemente sus espectáculos.
En "Rock de una noche de verano" aparece una joven Luz Casal, para terminar la década presentando en TVE "Que noche la de aquel año", y "Fiebre de Sur" para Canal Sur TV, desgranando la historia del rock español y el rock andaluz con numerosos invitados.
Ya en los 9O’s y en un corte mas formal se une a Serrat y Víctor y Ana en el "El gusto es nuestro" y realiza versiones de clásicos y modernos en clave jazz en "Big Band Ríos" (Rock&Ríos-97), con los que acaba ese milenio que el tanto temió. Para comenzar el nuevo reúne a rockeros latinos y españoles en "Miguel Ríos y las estrellas del rock latino" (Rock&Ríos-2001), donde se encuentran Charly García o los Aterciopelados entre otros. Y entre sus últimas propuestas, vale quedarse con "Miguel Ríos 60mp3” (Rock&Ríos-2004), con la colaboración del poeta granadino Luis García Montero.
Al mirar atrás, este artista enorme de nuestra tierra puede estar orgulloso por ese flujo de inspiración, noches memorables, por fajarse de una crítica española siempre punzante, pero sobre todo por el trabajo de fondo y de infraestructura que lo define como un eje fundamental y como un ejemplo de duración artística, unidos a una fuerza que estremeció a los aficionados durante más de cinco décadas.
En 2011 se despide definitivamente de la escena con una última gira y disco-libro titulado “Bye bye Ríos” (Promúsica-2010) con las colaboraciones de Manolo García, Amaral, Pereza, Rosendo y un largo etcétera. España ha dicho adiós a todo un mito. Gracias señor Ríos.
Discografía destacada:
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