Formación original:
Gualberto García Pérez - guitarra, sitar, tabla y clavicordio Julio Matito - bajo y voz Antonio Samuel Rodríguez - batería |
Segunda formación:
Gualberto García Pérez - guitarra, sitar, tabla y clavicordio Julio Matito - bajo y voz Antonio Samuel Rodríguez - batería Henrik Michael Liebgott - guitarra y violín Silvio Fernández Melgarejo - percusión |
Otra formación:
Gualberto García Pérez - guitarra, sitar, tabla y clavicordio Julio Matito - bajo y voz Henrik Michael Liebgott - guitarra y violín Antonio Samuel Rodríguez - batería Manuel Molina - voz y guitarra |
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“Smash” es la onomatopeya del sonido de un golpe. Nombre sencillo, pegadizo y eficaz pensado por Gonzalo García Pelayo para el combo musical más rompedor que ha existido en la capital sevillana.
Para entender el origen de este curioso grupo debemos remontarnos a los conciertos que se celebraban en el Club Ye Ye, donde actuaba un cuarteto formado por Carlos Fernández a la voz, Miguel Lobato a la guitarra, Julio Matito al bajo y Antonio Samuel Rodríguez a la batería. Se hacían llamar Foren Dhaf, nombre sin ninguna traducción lingüística, ni significado.
Estos jóvenes comprobaron que en sus actuaciones aparecía y desaparecía un misterioso tipo vestido de negro. Después de varios conciertos se produjo el contacto con él; era Gualberto García.
Dos de los componentes de Foren Dhaf (Julio y Antonio) se unen a Gualberto para hacer un nuevo proyecto como trío. Ahí surgió el embrión de los futuros Smash.
Este trío empezó su actividad en 1967, aunque fue en realidad en 1968 cuando se hizo conocido en el ambiente underground español.
Invitados a participar en un concurso de rock en el Campo de Gibraltar, coinciden con otro grupo localizado en Jerez de la Frontera llamado Los Solos. Entre ellos estaba el peculiar músico danés Henrik, con quien comentaron sus inquietudes, incorporándose al proyecto Smash.
Los conciertos de Smash tanto en Sevilla como en otras localidades, empezaron a ser muy reconocidos, creando gran expectación por la creatividad musical que ofrecían en el escenario.
Esos primeros reconocimientos del público dieron rápido sus frutos con la edición de sus primeros discos (cuatro singles y un EP entre 1969 y 1970) hasta llegar a su primer LP.
Tanto “Glorieta de los lotos” (1970) como “We come to smash this time” (1971) fueron cantados íntegramente en inglés a excepción de pequeños fragmentos en castellano. Fueron discos innovadores y adelantados a su tiempo. Contenían una asombrosa amalgama musical en la que cabía de todo (blues, rock, folk, psicodelia…).
Tras varios años de mucho rodar por un sin fin de lugares y acaparar la atención de la crítica musical de nuestro país, el grupo renovó su sonido a finales de 1971, bajo la producción de Alain Milhaud, integrando al cantante y guitarrista flamenco Manuel Molina (miembro después del dúo Lole y Manuel).
El sencillo “El garrotín”, construido sobre el palo flamenco del mismo nombre, con letra en castellano e inglés, fue un gran éxito comercial. El grupo exploró este nuevo camino en varias canciones, que fueron recopiladas en 1978 como cara A del LP “Vanguardia y pureza del flamenco” (cuya cara B presentaba al cantaor Agujetas con el guitarrista Manolo Sanlúcar.
La visión estética del grupo fue siempre muy peculiar, dada la alta personalidad de cada uno de sus componentes. Esta mezcla de caracteres, formas de ver las cosas y, por tanto de interpretar la música fue lo que hizo a este grupo el más peculiar de nuestro país, marcando historia y rompiendo cánones.
Eran jóvenes rebeldes e indisciplinados, pero geniales artistas cuando se subían a los escenarios. Así fueron aplaudidos por multitudes en Sevilla, Madrid, Barcelona y un sin fin de lugares donde los esperaban como el mejor grupo de rock del momento.
Sus coqueteos con el flamenco (“Behind the stars”), sus afiladas guitarras (“One hopeless whisper”), su blues andaluz (“Light blood, dark bleeding”), su continua capacidad de improvisación (“Sitting on the truth”) y sorpresa (“Glorieta de los lotos”) los convirtió en únicos e irrepetibles.
El grupo se disolvió en 1973. Años más tarde se produce la muerte temprana de su componente más carismático, Julio Matito, quien nos dejó en solitario el single “Al despertar” (1974) y el LP “Salud” (1976). En 1979 sus compañeros deciden reunirse para dedicarle un entrañable homenaje en directo con gran respaldo popular.
Gualberto continuó explorando la fusión del rock con la música hindú y el flamenco con una intensa labor musical de gran nivel, Antonio (Antoñito Smash) ha colaborado con otros artistas como Goma, Pata Negra, Silvio y Luzbel y Kiko Veneno, con trabajos también en solitario, mientras Henrik volvió a su país natal y Molina iniciaba su trayectoria con Lole Montoya.
Desde 2003 la banda se ha reunido en ocasiones puntuales para celebrar su legado con importantes conciertos como los ofrecidos en la Bienal de Flamenco de Sevilla.
En la actualidad, todo el mundo coincide que sin la existencia de Smash la música desarrollada en Andalucía no hubiera sido la misma. Marcaron estilos y tendencias, algo que sólo logran hacer los grandes artistas. Ellos lo eran sobradamente.
Para entender el origen de este curioso grupo debemos remontarnos a los conciertos que se celebraban en el Club Ye Ye, donde actuaba un cuarteto formado por Carlos Fernández a la voz, Miguel Lobato a la guitarra, Julio Matito al bajo y Antonio Samuel Rodríguez a la batería. Se hacían llamar Foren Dhaf, nombre sin ninguna traducción lingüística, ni significado.
Estos jóvenes comprobaron que en sus actuaciones aparecía y desaparecía un misterioso tipo vestido de negro. Después de varios conciertos se produjo el contacto con él; era Gualberto García.
Dos de los componentes de Foren Dhaf (Julio y Antonio) se unen a Gualberto para hacer un nuevo proyecto como trío. Ahí surgió el embrión de los futuros Smash.
Este trío empezó su actividad en 1967, aunque fue en realidad en 1968 cuando se hizo conocido en el ambiente underground español.
Invitados a participar en un concurso de rock en el Campo de Gibraltar, coinciden con otro grupo localizado en Jerez de la Frontera llamado Los Solos. Entre ellos estaba el peculiar músico danés Henrik, con quien comentaron sus inquietudes, incorporándose al proyecto Smash.
Los conciertos de Smash tanto en Sevilla como en otras localidades, empezaron a ser muy reconocidos, creando gran expectación por la creatividad musical que ofrecían en el escenario.
Esos primeros reconocimientos del público dieron rápido sus frutos con la edición de sus primeros discos (cuatro singles y un EP entre 1969 y 1970) hasta llegar a su primer LP.
Tanto “Glorieta de los lotos” (1970) como “We come to smash this time” (1971) fueron cantados íntegramente en inglés a excepción de pequeños fragmentos en castellano. Fueron discos innovadores y adelantados a su tiempo. Contenían una asombrosa amalgama musical en la que cabía de todo (blues, rock, folk, psicodelia…).
Tras varios años de mucho rodar por un sin fin de lugares y acaparar la atención de la crítica musical de nuestro país, el grupo renovó su sonido a finales de 1971, bajo la producción de Alain Milhaud, integrando al cantante y guitarrista flamenco Manuel Molina (miembro después del dúo Lole y Manuel).
El sencillo “El garrotín”, construido sobre el palo flamenco del mismo nombre, con letra en castellano e inglés, fue un gran éxito comercial. El grupo exploró este nuevo camino en varias canciones, que fueron recopiladas en 1978 como cara A del LP “Vanguardia y pureza del flamenco” (cuya cara B presentaba al cantaor Agujetas con el guitarrista Manolo Sanlúcar.
La visión estética del grupo fue siempre muy peculiar, dada la alta personalidad de cada uno de sus componentes. Esta mezcla de caracteres, formas de ver las cosas y, por tanto de interpretar la música fue lo que hizo a este grupo el más peculiar de nuestro país, marcando historia y rompiendo cánones.
Eran jóvenes rebeldes e indisciplinados, pero geniales artistas cuando se subían a los escenarios. Así fueron aplaudidos por multitudes en Sevilla, Madrid, Barcelona y un sin fin de lugares donde los esperaban como el mejor grupo de rock del momento.
Sus coqueteos con el flamenco (“Behind the stars”), sus afiladas guitarras (“One hopeless whisper”), su blues andaluz (“Light blood, dark bleeding”), su continua capacidad de improvisación (“Sitting on the truth”) y sorpresa (“Glorieta de los lotos”) los convirtió en únicos e irrepetibles.
El grupo se disolvió en 1973. Años más tarde se produce la muerte temprana de su componente más carismático, Julio Matito, quien nos dejó en solitario el single “Al despertar” (1974) y el LP “Salud” (1976). En 1979 sus compañeros deciden reunirse para dedicarle un entrañable homenaje en directo con gran respaldo popular.
Gualberto continuó explorando la fusión del rock con la música hindú y el flamenco con una intensa labor musical de gran nivel, Antonio (Antoñito Smash) ha colaborado con otros artistas como Goma, Pata Negra, Silvio y Luzbel y Kiko Veneno, con trabajos también en solitario, mientras Henrik volvió a su país natal y Molina iniciaba su trayectoria con Lole Montoya.
Desde 2003 la banda se ha reunido en ocasiones puntuales para celebrar su legado con importantes conciertos como los ofrecidos en la Bienal de Flamenco de Sevilla.
En la actualidad, todo el mundo coincide que sin la existencia de Smash la música desarrollada en Andalucía no hubiera sido la misma. Marcaron estilos y tendencias, algo que sólo logran hacer los grandes artistas. Ellos lo eran sobradamente.
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